Hace dos años.
Hace dos años, casí de manera exacta escribí el post anterior. Han pasado muchas cosas, he podido expresar lo que siento y pienso y con el tiempo he podido adquirir mayor habilidad. Sin embargo esta necesidad de escribir, vuelve a mi. Vuelve porque se presenta un nuevo reto. Ahora no sólo necesito expresar lo que quiero y sie to sino lo que se. Y entonces, el temor regresa, el miedo regresa y el sabotaje, el dolor en el cuerpo y la incomodidad vuelven a mi. Como aquella vez, como tantas veces. Casi empiezo a entender que este proceso vuelve para permitirme crecer, si se pudiese. On mayor habilidad cada vez.
Entonces, recordé cuál ha sido la forma más exitosa, menos dolorosa, más hábil de manejar todo de una vez. Entregarselo a Dios. Aceptar lo que tenga que ser, sabiendo que por ahora soy incapaz de luchar con estas emociones, es soltar todo y concentrarme en mi paso, en mi respiración, en mi momento, aceptar que por ahora nada más puedo hacer, no con estos sentimientos de dolor, de temor, de incapacidad.
Es momento de parar el ritmo nuevamente, es momento de aceptar que por ahora yo no tengo el control de lo que siento, de lo que pienso. Saber que mi interior se vuelve a desordenar para sanar, para avanzar, para crecer y que en este terremoto interior lo único que puedo hacer es mantenerme a salvo, mantenerme con vida, respirando un momento a la vez, confiando en que todo se vuelve más fácil, todo vuelve a su lugar.
Es momento de volver a Dios, de soltar todo lo demás, es ponerme en sus manos y ponerlo en mis palabras, en mis acciones, en mi corazón... Como cada vez que me siento tan indefensa. Es crear por ahora una burbuja de Dios que me cuida y me sostiene para sobrevivir, para mantenerme con vida.
Es Quizá que al final descubra que esta es la unica manera no sólo de sobrevivir... Sino de realmente vivir aquí en la Tierra.
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